Jacqueline van Rysselberghe, senadora y presidenta de la UDI:
La legisladora analiza el escenario a un año del 18/O y vuelve a condenar la violencia de algunos sectores.
La noche del 15 de noviembre del año pasado se convirtió en un hito político histórico cuando se firmó un acuerdo transversal por la paz que además dio pie para iniciar un proceso constituyente. Había pasado casi un mes del inicio del “estallido social” y la mayoría de los partidos se reunieron para intentar dar una salida política a la crisis.
La senadora Jacqueline van Rysselberghe, como presidenta de la UDI, firmó el documento al final de esa jornada y para la posteridad quedó su imagen mirando al infinito mientras otros dirigentes celebraban.
-A un año del estallido, ¿cómo evalúa lo vivido hasta ahora?
-Yo creo que nadie podría haber pensado lo que iba a pasar, no sólo por el estallido de violencia que tuvimos, sino que además por todo lo que siguió por la pandemia, por sus implicancias sanitarias y económicas. Hoy somos un país muchísimo más pobre que hace un año. Por distintas razones, pero hoy somos un país que tiene muchas más dificultades que hace doce meses. Por lo tanto, lo que uno esperaría es que, si queremos ponernos de pie, avanzar en mejorar las dificultades que se evidenciaron, como las pensiones, necesitamos avanzar, y eso sólo es posible sin violencia. Lo que uno ve hasta la fecha es que a pesar de todo lo que hemos vivido, todavía existen personas, sobre todo de la izquierda chilena, que justifican la violencia como una herramienta política lícita.
-¿Cambió algo en Chile?
-Yo creo que lo que ha cambiado es que hoy mucha gente que antes tenía una situación compleja, pero que a lo mejor era mucho mejor que la de sus padres, muchas personas que eran primera generación de profesionales, que habían logrado tener un estándar de vida un poco mejor que su generación anterior, hoy están más apretadas porque redujeron sus ingresos o quedaron sin trabajo.
-Entre el 18 de octubre y el 15 de noviembre se intentó darle una salida política a lo que se estaba viviendo. Con la perspectiva que da el tiempo, ¿hoy haría algo distinto de lo que hizo aquella noche?
-Probablemente habría sido mucho más específica en los compromisos por la paz. No lo habría dejado tan genérico. En ese minuto, al no haber estado enumeradas y especificadas cada una de las cosas, eso ayudó en parte a que no avancen una serie de proyectos que están congelados en el Congreso y no hay cómo hacerlos salir. La Ley Antiterrorista, la modernización de Carabineros, la Ley de Inteligencia… Hay un montón de leyes que se requieren para dar más herramientas a la policía para poder avanzar en todo lo que tiene que ver con la seguridad. Una democracia tiene la obligación de defender el orden público, porque es lo que sustenta el estado de derecho.
-¿Faltó tiempo?
-Efectivamente, estábamos un poco contra el tiempo en ese momento. Y también ocurre que Chile estaba quemándose por los cuatro costados, literalmente. Por lo tanto, uno tendía a pensar que era un compromiso de Estado sobre el tema. Efectivamente todos los que estábamos sentados ahí entendíamos que era necesario que la clase política demostrara que los conflictos se pueden resolver a través del diálogo y no de la violencia y que se iban a generar todas las condiciones para poder avanzar en ese camino, no sólo a través de la nueva Constitución, sino también a través del fortalecimiento de la democracia generando las condiciones para preservar el orden público.
-Si volviera atrás, ¿volvería a firmar?
-Probablemente, a lo mejor con algunas diferencias, pero creo que era importante demostrar que las diferencias, por muy profundas que sean, se pueden zanjar a través del diálogo y los acuerdos.
-¿Cómo evalúa lo que han hecho los participantes del acuerdo luego de suscribirlo?
-Es bien difícil mirar hacia atrás. Esa noche no había otra opción. Objetivamente hay que recordar que había una ola de violencia feroz. Estaba incendiándose el país y el dólar estaba por sobre los 800 pesos, se preveía de acuerdo a todos los economistas una corrida bancaria que habría generado un daño feroz a miles de familias que viven de su trabajo y de su sueldo. Por lo tanto, había que dar una respuesta a esto y yo creo que era importante que se demostrara que por muchas diferencias que existieran, esas diferencias no se zanjan con violencia, sino que con diálogo y acuerdos. Me parece que es difícil cuando uno mira atrás ver si habría hecho esto distinto o lo otro, era importante dar esa señal. Pero hoy hay sectores de izquierda que ese día se restaron y que a veces no sólo tienen una actitud cómplice con la violencia, sino que la defienden, como lo hizo (Guillermo) Teillier en un medio nacional. Validó que las protestas tienen que ser violentas y a mí me parece que eso es francamente inaceptable.
-¿Hemos aprendido algo como país de estas dos crisis, política y sanitaria, que hemos vivido?
-Yo espero, porque como lo hemos visto por la prensa, hay sectores bastante amplios que justifican y validan la violencia como herramienta política. Espero que primer el sentido común en la gran cantidad de personas que ha sufrido la violencia, los comerciantes, los que han perdido sus empleos después del 18 de octubre, los que han sufrido en la crisis económica fruto de la pandemia. Más allá de las diferencias, vivimos todos en el mismo país y vamos a legarle este país a nuestros hijos y por lo menos tenemos que hacer un esfuerzo que se generen las condiciones para que puedan tener posibilidades de desarrollo, de poder ser mejores que las generaciones anteriores.
-Y sacando de lado la violencia ¿hay demandas que le parecen justas?
-A mí me parece que la principal demanda era la de las pensiones y es súper razonable, pero no es un tema de fácil solución porque es de corto, pero también de mediano y largo plazo. Es razonable que una persona que ha dado su vida trabajando para sacar adelante a su familia pueda tener una vejez digna. Las causas de que las pensiones sean bajas en Chile son múltiples, no hay una sola causa. Pero es una realidad y por lo tanto nosotros hemos pedido al gobierno que genere distintas alternativas, no sólo para mejorar a mediano y largo plazo, sino que permita mejorarlas a corto plazo, ahora ya, de aquellas personas que, como digo, dieron su vida trabajando por sacar adelante a este país.
-¿La clase política ha estado a la altura de lo que pasó?
-A mí me cargan las generalizaciones, porque no existe una clase política, como no existe una clase médica, una clase abogada. Hay personas, y como en toda agrupación humana, hay algunas talentosas y otras no tanto. Creo que hay personas que han estado a la altura y otras que definitivamente no.
-¿En términos legislativos, cuál ley aprobada este año le parece la más importante?
-Creo que no ha habido una ley, sino un cúmulo, porque nadie sabía cómo esto iba a desarrollarse. Esto se pensaba mundialmente que podía durar tres o cuatro meses, Creo que vamos a llegar a marzo, abril o mayo, hasta que salga una vacuna que nos permita salir de esta especie de semihibernación. Entonces creo que han sido muchas leyes, cada una para tratar de ayudar a las personas que lo están pasando mal y poder generar condiciones para poder salir adelante. Un país no puede subsistir sobre la base sólo de subsidios, porque eso es ir viviendo en base a los ahorros. También hay que producir y trabajar. Esto es como una familia. ¿Uno puede vivir de sus ahorros? Sí, pero sólo un tiempo. En algún momento se acaban y hay que salir a trabajar. Hay que generar las condiciones para poder ayudar a la gente que no puede salir a trabajar.
Por Mauricio Ávila C.- http://portal.nexnews.cl/showN?valor=ewe1m